WT.- Cuando entra en combate, Carlos Sansores es un espécimen imponente.
El suelo tiembla, porque en un deporte caracterizado por luchadores altos y delgados, el peso pesado mexicano tiene la constitución de un camión blindado de ganado. Y no fue sólo el suelo lo que tembló cuando Sansores entró en el terreno de juego del Centro Acuático CODE Metropolitano de Guadalajara para disputar la final de los M+87kg.
Los atronadores rugidos del público resonaron desde las vigas para dar la bienvenida al héroe local que se enfrentaba en la final al español Iván García Martínez. Sería un combate duro.
Ambos se pusieron manos a la obra. Sansores parecía más pesado con los pies, hasta que de repente conectó una patada frontal a la cabeza que le dio tres puntos. Luego, aterrizó una patada al cuerpo, y en una compleja voltereta, García Martínez conectó a la cabeza de Sansores – pero cayó. El mexicano se llevó el primer asalto por 6-3.
El segundo asalto continuó con ambos luchadores peleando duro pero sin encender el marcador. En los últimos diez segundos, Sansores volvió a soltar su patentada patada circular a la cabeza para conseguir tres puntos, y García Martínez se volvió loco al lanzar una contraofensiva desesperada. Pero ya era demasiado tarde: El oro fue para el gran hombre de México.
“El plan era acabar con él en el segundo asalto”, declaró Sansores. “Quería salir con todo lo que tenía, no pienso ‘voy a hacer esto’ o ‘no voy a hacer aquello’, simplemente lucho”.
A pesar de los rugidos en el estadio, lo que había conseguido no caló de inmediato.
“Estaba muy contento, no era consciente de que era un combate de campeonato del mundo, sólo sentía que había ganado el combate”, dijo. “Luego vi a mi familia -¡estaban llorando, muy emocionados! – y me di cuenta de que era campeón del mundo”.
Y no deje que el imponente aspecto del campeón o sus formidables habilidades le echen para atrás: Fuera de las colchonetas, es totalmente accesible. Al comentar su físico hercúleo, se ríe y se da palmadas en la cintura. “Es un cuerpo de padre”, dice.
Su mujer Pamela, con la que tiene tres hijos pequeños, está de acuerdo. “Le gusta comer demasiadas cosas”, confiesa.
En la actualidad le caen cosas buenas en el plato. Cuando la pareja cenaba en un restaurante tras su victoria, el personal de cocina le sorprendió con una tarta que habían horneado en honor a su logro.
Tiene que acostumbrarse a este trato. El taekwondo es muy popular en México y la prensa se ha volcado con Sansores. Tardó dos horas en salir del recinto, ya que fue acosado a las puertas por una multitud de fans que le pedían autógrafos y selfies.
“Agradecí a toda la gente, yo no soy el campeón del mundo, México es el campeón del mundo”, dijo. “Todos son parte de esto”.
Sansores, de 25 años, creció en el seno de una familia de deportistas en la ciudad balneario de Cancún: Sus padres eran futbolistas. En 2010 descubrió el taekwondo.
Al principio se sintió atraído por la disciplina del arte marcial. Pero también descubrió su talento para el deporte de combate, un talento que le fue reconocido. Su primer combate en el Equipo México fue como cinturón azul. A partir de ahí, todo ha ido en ascenso.
Técnicamente, “me gusta mucho el intercambio de patadas y también el puño, ¡como María Espinoza! La patada circular con la pierna delantera no es mi favorita. Es muy predecible, pero es uno de mis fuertes”.
Y añade: “No soy muy rápido”, una afirmación sorprendente dada la velocidad de su patada circular alta con la pierna delantera.
En cuanto al físico, “soy muy fuerte y duro”, afirma. “Otros atletas tienen velocidad o altura, pero no son muy fuertes”.
En términos más generales, afirma: “Soy un atleta con mucho coraje. No tengo la mejor técnica, pero me apasiona”.
Su mujer está de acuerdo. “Es un gran hombre con un gran corazón”, afirma.
Ahora que es campeón del mundo, es muy conocido: el hombre al que otros luchadores tendrán en el punto de mira. Después de la final del Gran Premio de diciembre, tiene la vista puesta en los Juegos Panamericanos, los Juegos Centroamericanos y el próximo Campeonato del Mundo, en Bakú (Azerbaiyán).
Sabe que no será fácil.
“En mis combates de Guadalajara tuve ventaja por la altitud de la ciudad”, admitió. “Pero en otras competiciones no tendré eso”.
Debido a ello, reconoce que necesita rediseñar su juego de cara a la temporada de competiciones de 2023.
“Mis patadas son predecibles, así que quiero innovar mi estilo de combate”, afirmó. Y no sólo a sí mismo: También quiere que el juego siga innovando.
La mayoría de sus victorias han sido en la región: ¿Le veremos más en los grandes premios?
“Depende: Tengo muchas ganas de ir a otros sitios, pero no depende de mí”, afirma. “Tengo muy buenas peleas aquí en PanAmérica”.
Actualmente reside en la Ciudad de México, donde entrena a tiempo completo. Pero extraña Cancún.
“Me gusta mucho estar con la familia, pero no tengo suficiente tiempo para pasar con ellos en Cancún”, dijo. “Mi mujer y mis hijos son mi motivación”.
Si la familia es la motivación, el taekwondo es el proveedor.
“Es mi pasión y también mi trabajo”, dijo. “El taekwondo es la forma en que proporciono a mi familia un buen estilo de vida”.
Vía World Taekwondo